viernes, 2 de septiembre de 2011

Las calaveras de los Soldados

¿¡Así que fuiste tú!?”, me preguntó con fingido disgusto mi ahora buen amigo Peter. Ahora pasábamos largas horas charlando, a veces hasta altas horas de la madrugada, compartíamos el humor y las cervezas, y yo había llegado a la conclusión de que todo lo que tenía de feo lo tenía de divertido. Suele ser una ley universal, pero lo que no imaginaba es que la fealdad y la gracia eran directamente proporcionales…