martes, 26 de junio de 2012

¿Quién se ha metido en mi cuerpo?


Miré hacia abajo sin poder creer que hubiera accedido a que me metieran en aquel vestido. Era verde esmeralda, sin mangas, con cuello recto; diminutos volantitos verticales llegaban hasta la cintura, desde donde caía, bastante recto, el espantoso vestido que me llegaba hasta la mitad de mi pequeña pantorrilla de diez años de edad. Unos zapatitos verdes champán, con un brillo terriblemente hortera, cuyas puntas se enfrentaban debido a mi desganada pose chueca, eran el broche de oro a lo que hasta aquel momento más se aproximaba al concepto que yo tenía de la ridiculez. Muchos años después, mi hermana me diría que el vestido era hermoso y que me quedaba muy bien, y yo la miraría con el mismo gesto torcido que había tenido en aquel momento. Me miré mientras me preguntaba: “¿Quién es esta del vestido? ¿Quién se ha metido en mi cuerpo?”.